Echo, un joven delfín nariz de botella del Pacífico, parece mucho más interesado en explorar su hogar, un espectacular arrecife de coral, y sus fascinantes habitantes, que aprender a sobrevivir en él. Pero las lecciones de su madre Kumu y su familia —y algunos tropiezos con algunos de los mayores depredadores del océano— pueden animar a Echo a aprender finalmente su función vital en la comunidad marina.
Echo, un joven delfín nariz de botella del Pacífico, parece mucho más interesado en explorar su hogar, un espectacular arrecife de coral, y sus fascinantes habitantes, que aprender a sobrevivir en él. No comprende que pronto desempeñará un rol vital tanto en su propia supervivencia como en la de la ciudad colorida y llena de vida que él y su familia consideran su hogar. El arrecife es un ecosistema equilibrado en el que cada uno contribuye: desde las plantas y criaturas que habitan el coral al pez jardinero que se alimenta de su exuberante desarrollo y los depredadores —como Echo— que mantienen la población de peces a raya. A sus tres años, Echo ha dependido de su madre, Kumu, para que lo alimente y proteja. Ahora le ha llegado el momento de capturar su propia comida y desarrollar las capacidades esenciales necesarias para prosperar en su mundo submarino. No obstante, Echo suele pasar por alto las enseñanzas de su madre, distrayéndose en actividades más divertidas. A Echo le gusta hacer equilibrios con una concha sobre su rostra o investigar a los muchos residentes fascinantes del arrecife, como el fastidioso camarón mantis pavo real o el pez loro cototo verde, con una cara que solo una madre podría amar. Y en particular, se distrae con una ballena jorobada de 12 metros de longitud y su cría recién nacida, quienes provocan una estela gigantesca que resulta irresistible. Cuando Echo se vuelve más independiente, descubre que incluso una criatura gigante como la ballena jorobada tiene alguien a quien temer bajo la superficie. El grupo debe dormir con un ojo abierto —y en realidad, lo hacen— con el mayor cazador del océano, la orca, acechando. Estos mastodontes blancos y negros cazan delfines de nariz de botella y crías de ballena. A pesar de ser ellos mismos depredadores, el mar contiene numerosos peligros para Echo y su familia. También deben llevar cuidado con criaturas como la raya gigante, con su cola venenosa afilada como una cuchilla, y el tiburón que hasta los tiburones del arrecife temen: el tiburón tigre. Pero la unión hace la fuerza y Echo y su grupo confían los unos en los otros para defenderse y para su confort. Con una comunidad muy unida que se comunica en un complejo lenguaje de sonidos y que transmite seguridad mediante el contacto físico. La clave para su supervivencia es el trabajo en equipo. Kumu está empeñada en hacer de Echo un miembro más del equipo y le ha estado animando a usar la ecolocalización, un sonar muy sofisticado, para encontrar peces enterrados en la arena. Este el momento de la clase magistral. Madre e hijo parten de excursión hacia el territorio de caza favorito del grupo, las legendarias aguas superficiales, donde enseñará a Echo una técnica para acorralar a los peces a gran velocidad. Si Echo consigue dominar esta técnica, se volverá autosuficiente y se convertirá en un valioso miembro del grupo –una comunidad que es vital para el éxito del arrecife y la salud de nuestros océanos en todo el mundo.